En las partes segunda, tercera y epílogo de El delirio de Turing(2003) se resuelven los enigmas, códigos y nudo de la narración planteados en la primera parte. Es decir, Sáenz está dispuesto a comenzar de nuevo, luego de descubrir que su vida como Turing fue programada por Albert; después Sáenz descubre el pasado de Albert, un nazi que trabajó para la CIA; el juez Cardona asesina a Albert y a Sáenz; Ruth decide pedirle el divorcio a su esposo; Flavia se enamora, se entrega a la causa hacker y participa en la detención de Kandinsky; Ramírez-Graham atrapa a un supuesto Kandinsky; las reformas neoliberales son sofocadas y la crisis de GlobalLux merma por la lucha de la muchedumbre en las calles de Río fugitivo; y finalmente nos enteramos que Kandinsky sigue vivo porque uno de sus más fieles compañeros de lucha intercambia con él su identidad para preservar el espíritu de revolución e impactar a generaciones futuras.
Todos los personajes cuyas vidas cambian en la narrativa no hacen gran alboroto. Es decir, no hay un cambio, por radical que sea, que les provoque una gran sorpresa. Por ejemplo, cuando Ramírez Graham acompaña a los miembros de la policía para detener a Kandinsky en la Camára Negra, se dice que “So this is it […] The real thing. Esto es de verdad y no me lo estoy imaginando ni estoy viendo una película. Y sin embargo, nadie me quita que esto no es auténtico. Mejor: esto no parece tan de verdad like in the movies. Of course, un disparo en el hombre me hará cambiar de opinión. Lo real: eso que duele” (289). Desde esta perspectiva, vivir la realidad es vivir sin dolor. La realidad es una serie de formas de sentir, leer, experimentar, decodificar “lo real”, como Ramírez-Graham que lee la realidad desde las películas, a la espera de que algo “real” lo hiera. Más aún, experimentar la realidad es vivirla conforme a la rutina, a nuestras formas más elementales de interacción con el mundo. La realidad es una telaraña, nosotros moscas que se mueven en ella, a veces lento, otras rápido, pero más temprano que tarde una o más arañas nos devorarán.
Pese al fatalismo de la rutina y a la incapacidad de sentir “lo real”, hay otros personajes que parecen encontrar una línea de fuga. Luego de que la muerte de Rafael, Flavia se entrega a la cacería de Kandinsky porque ella estaba enamorada: “Rafael se lo merece […] Se había entregado a Rafael cuando ella hacía de Erin y él de Ridley. ¿Contaba? ¿Eran esos avatares extensiones de sus personalidades, o tenían una identidad independiente de ellos? Así como podemos ser nada más que conductos a través de los cuales nuestros genes logran perpetuarse, quizás no seamos más que instrumentos para que nuestros avatares se tornen realidad en una pantalla de una computadora. Ella era el avatar de un avatar” (225). Flavia llega a conclusiones similares que las de Albert, Sáenz y el Juez Cardona. Para el primero todo es “una computadora universal de Turing… Todo lógica… Todo input… Y todo output… (284); el segundo agrega que si en este sistema de control (rutina/realidad) “No hay arrepentimiento posible […] la historia es un juego de niños correctos […]” (302); y el tercero que “Todos deliramos. Sólo que el delirio de algunos es menos inofensivo que el de otros.” (303). En esta ecuación, el amor de Flavia y la salvación de Kandinsky están igual que las acciones de Cardona, Saénz y Albert: condenados al fracaso, pero sin culpa de ello. No obstante, en el balance entre estos personajes hay diferencias. Mientras Cardona, Albert y Sáenz luchan desesperadamente por encontrar una justificación y carecen de imaginación, pese a su Delirio, Flavia y Kandinsky se entregan a sus acciones sin mucha explicación pero sí con creatividad y entendimiento. Se dice de Kandinsky al final de la novela que “Comprende un poco más por qué Baez hizo todo lo que hizo [pero] No hay tiempo para lamentaciones [justificaciones/apologías]” (312) y pronto se prepara para su nueva etapa de resistencia. Flavia y Kandinsky están mejor preparados para su porvenir que no termina con el final de la novela. Ellos están en el desierto de lo real y se construyen un mundo con imaginación y ficción (literatura). Esto es así porque la ficción, del mundo digital en su caso, y la imaginación, de ellos y de quienes los ayudaron, les dan un impulso para construir algo diferente en las ruinas de lo real, como diría Cardona antes de entrar a casa de Sáenz (291). La literatura, como la imaginación, comparten un mismo impulso, en el cuerpo, en palabras de Laurent Bove, una capacidad para permitirnos “reconocer lo que es útil o perjudicial aunque no reproduzca las figuras de las cosas tal como son en sí mismas” (63), ya que son también nuevos hábitos los que cambian el mundo.
Pregunta(s) para la clase interactiva:
¿Qué elemento de la narrativa fue, en su momento de escritura, el más arduo?
(opcional: ¿el epílogo era parte del proyecto original de la novela?)